El triplete consumado anoche por el Barça redondea la temporada más espectacular del club desde su nacimiento y se fundirá a partir de ahora en el oro de la leyenda con las grandes gestas blaugranas: de las cinco copas a la Liga de Cruyff, de Kubala al gol de Koeman en Londres. Después de consagrar la eficacia de su juego innovador y elegante con la Liga y la Copa, ha dado carta de naturaleza a la proyección internacional de su estilo con la victoria en la final de la Champions frente al Manchester United, un rival de alta escuela que otorga mayor mérito al hito de Roma. Pasados los tormentos de dos temporadas sin gloria y recuperada la mejor herencia del dream team , el grupo de Guardiola ha conocido el éxtasis reservado solo a los más grandes. Y la afición tiene para sí que no se trata de un éxtasis fugaz, sino de los primeros pasos de un colectivo con muchísimo porvenir por delante. Este Barça basado en la paciencia y la imaginación parece llamado a saldar para siempre las cuentas del club con la historia, la propensión a la tragedia en los momentos decisivos y el gusto por la épica descarnada. Este Barça que ha puesto en práctica una forma diferente de entender el juego ha logrado el reconocimiento de todos al margen de filiaciones, y quizá por primera vez ha sido capaz de atesorar el respeto del planeta del fútbol.