TLta muerte me ha mirado de cerca. Las 08:45 de la mañana. La N-630 se abría como una ventana al día. En la radio, Gabilondo rememoraba los 24 años del 23-F. Más de uno también pensó, entonces, que era la muerte la que le miraba. De pronto, un coche negro, como la Dama , se abalanza contra mí. Me arroja a la cuneta y desaparece dejando un rastro sórdido de indiferencia. Esta indiferencia ha arrastrado a más de uno en las carreteras. A titulares de esta bajeza o vileza sólo les recomiendo leer La barca del pescador . Un hombre, con los ojos cerrados, decide matar a otro para engordar su hacienda. Sobre una bola del mundo apoya el dedo y dice: ¡Ya está! Un hombre, cualquiera que viva aquí, y que no conozco, morirá . Pero no escapó dejando el rastro de la indiferencia. El remordimiento o sólo la curiosidad, hace que viaje al lugar que aplastó con su dedo. Encontró una barca atada a un cabo, bamboleándose sin rumbo sobre las olas. El pescador jamás volvería a desatarla.

Puedo decir: estoy viva. Otros no. Muchos han vuelto a nacer, y muchos gritan Quiero vivir , así que no venga nadie a abortar nuestros sueños o a hacer zozobrar nuestros proyectos.

*Periodista