Cuando volvía a casa el martes después del trabajo pasé por un contenedor, lo cual no es nada extraordinario, lo que no lo era tanto era la cantidad de cosas esparcidas por el suelo, demasiadas, ni siquiera se habían molestado en introducirlas dentro. En medio de mi queja interior por ese acto incívico me fijé en la basura, en todo lo que estaba sobre las cajas y dentro. Mi sorpresa fue tal que no pude más que hacerle una foto y subirla a Facebook, al fin y al cabo, la basura refleja lo que somos, la forma en que vivimos, nuestra cotidianidad y las redes sociales también. Vi en ese momento una especie de metáfora: en una caja estaban ejemplares sin abrir, aún con su plástico protector, de la Enciclopedia Planeta, un reproductor dvd, un reproductor de VHS (para mí sigue siendo el vídeo), etc. El mundo analógico andaba por los suelos sin ningún tipo de rubor, adoptaba la figura de la normalidad y a mí la imagen me conducía a muchas preguntas y reflexiones, ¿quién consultaba ya enciclopedias en papel? ¿qué hubiera sido de mis trabajos escolares sin la Larousse del salón en casa de mis padres o sin la Encarta? ¿quién sigue comprando o yendo a alquilar películas en dvd al videoclub? ¿quién mantiene las cintas de VHS debajo del televisor?

Obviamente la rapidez con la que el mundo gira y la sociedad cambia hace que herramientas consideradas imprescindibles durante un momento en tu vida pasen casi sin darte cuenta al silencio de la inutilidad; eso que ahora nos parece normal hace años no era así, todo llevaba otros ritmos de cambio, una enciclopedia solo necesitaba actualizaciones con nuevos volúmenes y un reproductor de VHS permanecía quince años en el mismo lugar.

Esta semana se ha producido una gran polémica tras las palabras del académico Pedro Álvarez de Miranda en las que cuestionaba el futuro de una nueva edición en papel del Diccionario de la RAE: «No tengo la respuesta, pero el hecho de formular la pregunta ya señala por dónde van las cosas. Si se impone la racionalidad la tirada en papel podría ser muy corta, para coleccionistas o nostálgicos». En 2014, en su versión de papel, con una tirada de 50.000 ejemplares «hubo un error de cálculo clamoroso y se pensó que iban a vender más de los que se vendieron, pero la gente prefirió no gastarse los 99 euros en papel y esperar a la versión digital».

La robotización y los nuevos cambios sociales provocarán modificaciones profundas en el empleo, y por lo tanto, en la formación de las futuras generaciones. Lejos han quedado los tiempos donde la formación solo se limitaba a un periodo de la vida, la formación y la actualización será continua. La inversión en I+D+I de una sociedad marcará su camino de progreso, en nuestras manos estará decidir si es lo suficientemente prioritario o no. El cambio o actualización de todo lo que nos rodea es cada vez más parecido al de las aplicaciones de nuestro smartphone, la rapidez y la previsión es y será cada vez más necesaria. Feliz semana.

* Filóloga y diputada del PSOE