Es lo nunca visto, apenas imaginable, pero ha sucedido. Los proetarras de Batasuna, y en concreto Joseba Permach , se han visto en la necesidad de poner al mal tiempo buena cara y han tenido que afrontar con algo parecido a una condena las violencias callejeras de sus adláteres los borrokos que quemaron la ferretería de un concejal de Barañain y atacaron con cócteles molotov una sede de la aseguradora Mapfre en Getxo. ¿O hay duda de que se trata de un acontecimiento? No las dos violencias de los etarras o de sus leales --acaso algo desleales, en esta ocasión, a la banda y sus consignas...--, sino la declaración de abierta discrepancia que se ha visto en la necesidad de expresar el más duro de los portavoces batasunos. ¿Cómo es posible?

Los expertos en ETA hablan de la eventualidad de que las violencias de este pasado fin de semana hayan sido obra de algunos discrepantes con la línea oficial de la banda. Obra de descontrolados o de resistentes a la disciplina de la dirección de la banda. Siempre se sospechó que la disciplina interna pudiera quebrarse cuando los etarras de toda la vida y los más entregados a la causa se vieran en la necesidad de seguir sus propias convicciones de atacar al españolista, como siempre se ha hecho, o de someterse a la nueva situación originada por el anuncio formal de un alto el fuego permanente... Ahora está por ver qué sucede a continuación, si se produce ese sometimiento o la tregua rompe por alguna otra costura poco sólida.

XPERO CUANDOx menos los episodios de violencia han servicio para ver a Batasuna en una actitud que bien quisiéramos mucho más decidida y dispuesta, sin la argumentación superflua que emplean.

Batasuna aspira a convertirse en fuerza política legalizada, con todas las de la ley y en capacidad para aspirar a puestos de representación en ayuntamientos y en el Parlamento regional, como el PP, el PNV, EA o el PSOE. Han dado un todavía tibio y tímido paso con una casi declaración contra la violencia, y con una todavía insuficiente adhesión de solidaridad con las víctimas de la violencia. Es obvio que les falta práctica en ese tipo de actuaciones. Por lo general, han preferido callar o justificarse en cada ocasión que se producía una violencia etarra. Por lo menos esta vez se han alejado de los violentos, han adoptado una actitud diferente, hablando de hechos graves y de solidaridad con quienes han padecido la violencia. Toda una conversión.

Desde luego, no es desinteresada esta acritud nueva. Son perfectamente conscientes en Batasuna de que sólo ése es el camino para regresar a la legalidad y al acceso de los fondos públicos que han dejado de disfrutar por virtud de la Ley de Partidos que los definió como tan terroristas como la mismísima ETA...

*Periodista