WHway que conmoverse con la nueva perversión de los traficantes de seres humanos que hacen cruzar el estrecho que separa Africa de Europa a los seres más indefensos del continente vecino: los hijos de las mujeres africanas que caminan durante meses hasta alcanzar las costas de Marruecos, donde llegan a esperar hasta tres años para tener la oportunidad de cruzar el Estrecho, y que durante este largo periodo quedan embarazadas.

Ayer se comprobó en las costas de Tarifa: en una barca de seis metros de eslora viajaban 20 adultos y 10 lactantes. A pocos kilómetros del hallazgo de la patera, en Algeciras, miles de familias magrebís que han conseguido establecerse y progresar en la Unión Europea aguardaban su turno para embarcar en el transbordador que les lleva de vacaciones a sus pueblos de origen, donde su experiencia aparece como la única salida de futuro.

El suceso de ayer es un aviso en toda regla de hasta dónde puede llegar la indiferencia por la vida humana de las mafias de la inmigración, que ven una nueva línea de negocio en la explotación de los más desvalidos y que seguirán encontrando un mercado mientras siga aumentado el foso económico que separa Europa y Africa.