El hombre que ama la belleza de la vida y que desde niño sueña con un mundo mejor exclama: ¡El mundo está en crisis! A Amina, pasado un par de meses por permiso de lactancia, se le aplicará la condena,, la enterrarán hasta el cuello y la matarán a pedradas. En un caso semejante, Jesús de Nazaret dijo: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". La voz, que ama lo bello, clama justicia, se hace silencio y se apaga lentamente como una débil luz que se estremece de miedo entre las sombras. El cansado y rendido dice: no hallo nada bello en este mundo y lo más que encuentro es un blando murmullo. ¿Dónde está lo plenamente bello? El inquieto contesta: me dijeron que existían cosas bellas en el mundo y sólo he oído sus voces entre las montañas; pero tampoco la encuentro. El pesimista sólo escucha rodar de cascos, batir de alas y rugir de leones y el agraviado e injuriado deseoso de esclarecer la verdad, lleno de optimismo, llega a decir que hay cosas maravillosas y que se puede descubrir la belleza, caminando con nosotros, gentil y buena como una madre joven; pero avergonzada de su propia gloria. Al apasionado y orgulloso se le oye decir que le belleza es cosa de poder y temor.

Hoy quiero escribir el siguiente pensamiento: por encima del pesimismo y el optimismo que reemplaza la verdad sobre el mundo y el futuro, el hombre de hoy, sin saber siquiera de qué manera, espera la liberación de todos los males que le oprimen y le traiga todos los bienes que añora.