TStu santidad el Papa ha hablado a los españoles. De su discurso no me ha extrañado la recriminación que ha hecho a este país tan laico que sólo deja hueco para semanas santas, Corpus, romerías, Virgen de Agosto, belenes vivientes, Virgen del Pilar, ofrendas a Santiago, puente de la Inmaculada, Reyes Magos y poco más. Un país que llama al Primero de Mayo, Primero de Mayo en lugar de San José Obrero, es un país que puede acabar eliminando la asignatura de Religión de las escuelas sin eliminarla. Pero lo que me ha causado estupor es lo del Plan Hidrológico. Que Su Santidad haya dedicado unos minutos al Plan Hidrológico Nacional es algo que debemos señalar porque ocurre pocas veces. Mi vecino me dice que igual existe una antigua reivindicación eclesiástica española de convertir nuestras aguas en aguas benditas. Tamaña majadería vecinal me lleva a aclararle que, quizás, los informadores del Papa, españoles ellos, han mezclado las churras con las merinas, Zaragoza, la Patrona de España, el Ebro y la Exposición Universal dedicada al agua, o le han llevado agua del Ebro para que la bendijera y Juan Pablo II se ha hecho un lío, que los Papas también se lían en su vertiente más humana.

Lo grande del tema es la posibilidad de hablar de otras cosas que se abre cada vez que nuestros obispos acudan a Roma. Desde las corridas de toros cuando salga San Isidro a la palestra, al fútbol pasando por el Airbus, o Gran Hermano . Y es un lujo para un país tan laico que una de sus voces asesoras sea la del Papa. Ni Rajoy ni Zapatero pueden opinar con voz tan baja (se escucha un rún, rún, familiar detrás de esas palabras papales, con acento latino y preconciliar)

*Dramaturgo y director del

Consorcio López de Ayala