La decisión que debe tomar el Consejo de Ministros sobre el futuro de la central de Garoña, tras el informe en el que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) propone prolongar su vida 10 años más, ha reabierto el debate nuclear en España. Bienvenido sea. Porque hasta ahora se han escuchado voces dispersas, se habla de discrepancias en el Gobierno y se percibe el ruido sordo de las presiones de la industria para continuar explotando este tipo de energía.

El expresidente del Gobierno Felipe González, que aprobó durante su mandato una moratoria nuclear, es ahora firme partidario de las centrales atómicas e insta a su sucesor socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, a no renunciar a este tipo de energía y menos en tiempos de crisis económica.

Es cierto que la nuclear es una energía barata en época de recesión y resurge como alternativa al agotamiento del petróleo y a una previsible y no lejana nueva escalada de los precios del crudo. Pero también lo es que, con la caída de la demanda eléctrica, las energías renovables constituyen una alternativa más viable.

Al margen del riesgo radiactivo en un accidente, que ya es mucho dejar de lado, la energía nuclear no ha resuelto el grave problema de qué se hace con los residuos y cómo se eliminan. Pero también hay que tener en cuenta que otro tipo de fuentes energéticas, como el gas o el mismo petróleo, colocan a un país en una situación de dependencia de los intereses comerciales y estratégicos de otros, como ha podido comprobar la Unión Europea con la guerra del gas entre Rusia y Ucrania, por ejemplo.

El Gobierno se comprometió a cerrar las centrales nucleares al final de su vida útil, pero la ley no marca cuál es ese plazo. Por eso es importante el informe del CSN sobre Garoña, que, de todas formas, solo sería vinculante si se hubiera inclinado por el cierre. Tras el cierre de Vandellòs 1 y Zorita, solo queda Garoña con reactores BWR de vieja generación y, según sus gestores, fue diseñada para 40 años, que se cumplen en el 2011.

Aunque la decisión final sobre Garoña no tiene por qué implicar una opción definitiva sobre la energía nuclear, el del CSN a la central burgalesa abre de alguna forma la puerta a que, si no hay condicionantes técnicos inesperados, Almaraz pueda ver renovada su licencia el año próximo, dado que la dependencia que tiene el sistema eléctrico nacional de la luz que generan las instalaciones cacereñas es muy superior a la de Garoña (cada unidad de Almaraz tiene el doble de potencia que la planta castellano leonesa).

José Luis Rodríguez Zapatero es un firme defensor de las energías renovables, en las que España es pionera, como ha reconocido hasta Obama, aunque estas energías por sí solas no solucionan nuestras necesidades. Por eso viene bien el debate en estos momentos en que aún estamos a tiempo de diseñar el futuro energético.