Ya hemos decidido por unanimidad que los causantes de la crisis son los especuladores y las entidades financieras. Ya hemos encontrado los culpables contra quienes descargar nuestra ira. Sin embargo, a poco que analicemos nuestro comportamiento en los últimos años, podremos concluir que buena parte de lo ocurrido no hubiera sido posible sin nuestro consentimiento, sin nuestra inestimable ayuda.

En los últimos tiempos, nos han estado tocando una música de fondo que nos ha llevado a un encantamiento colectivo. Mediante la envolvente y seductora publicidad, hemos sido invitados --pagando nosotros, claro está-- a participar en la orgía consumista y hemos aceptado de buen grado.

De manera que, ayudados por un optimismo desbordado, un dinero barato e hipotecas demenciales, creímos poder alcanzar todo cuanto pudiéramos desear.

Pero el sueño ha terminado. Bienvenidos a la realidad. Bienvenidos a la prudencia y a la sensatez; aunque sólo sea porque la necesidad obliga. Ahora, aprendamos de nuestros errores y de los del sistema; aprendamos a exigir un reparto mas justo de la riqueza, pero también a saber cuál es nuestro sitio y cuáles nuestras posibilidades reales.

Pedro Serrano Martínez **

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