Dramaturgo

Como lo de haber nacido, crecido, amagar un bachillerato, vaguear años y años por Badajoz y lograr que su padre hiciera de alfombrilla para obtener curro a perpetuidad en un chollo oficial, no era demasiado relumbrante para sus planes de gloria y fama, se puso a engrosar una biografía con mejor aspecto. Le dio por la literatura, cuya amplitud le permitía culebrear como ignorante sin que se notase mucho, y su ignorancia le hacía ver como fácil cualquier galardón, obra o trabajo de cierto relieve. Y en la literatura le dio por la poesía, disciplina que, según él, permitía ciertas maniobras al hilo de modas y estilos y, sobre todo, copiar de aquí y de allí, de este poeta murciano o de aquel vate del Bierzo, total ¿quién iba a leerse todas las revistas de barrio, aldea, feria o juegos florales que iba recogiendo en sus viajes turísticos? Además descubrió el uso de la literatura como instrumento de poder o de acercamiento al poder ya que vivía en una región en la que se consideraba a un creador como algo más que una firma. Este punto era sobre el que gravitaban sus maniobras porque escaso de bagaje biográfico, apelaba a su supuesta condición de autor y exigía esas consideraciones que se traducían en asistencia a actos oficiales y culturales y presencia en antologías diversas. Hasta que se hizo un nombre, un nombre sonoro que modificó al ritmo de su biografía, un nombre digno de un intelectual, un nombre que por narices debía ocultar la parte más oscura de su biografía.

Y por ahí va, con biografía, nombre, voz y hasta obra literaria emanada de panfletos de ferias, hojas parroquiales y antologías añosas.