Por alguna razón que quizás nunca logre llegar a entender, entre las pocas veces que he visto a mi padre presumir de mí, la mayoría están relacionadas con un concurso local de redacción que gané cuando aún estaba en el colegio, en 5º de primaria si mi memoria no falla. Por otro lado él podría decir que tampoco es que una haya logrado muchos más premios, más allá de ser una persona decente insertada en la sociedad. Que no es poco, la verdad.

En fin, este concurso, organizado por la peña de fútbol almendralejense ‘Ito’, pivotaba en escribir una historia sobre ‘Deporte y violencia’. Mi yo de niña, que ya se iba por las ramas, creó un club de fútbol imaginario humilde y ganador que probaba que se podía triunfar al margen de todo el lucro y las corruptelas que rodean al deporte rey.

Y quizás esa historia infantil triunfó y aún llena a mi padre de orgullo porque en Almendralejo el fútbol es algo más que espectáculo y negocio. Muchísimo más. Se ha vuelto a comprobar ahora que el club local ha logrado el retorno al fútbol profesional dos décadas después del ascenso a Primera División.

Aquel ascenso puso a un pueblo de, por aquel entonces, 25.000 habitantes en el mapa mediático español y, de paso, a toda la región cuyo nombre portaba el Extremadura.

El fútbol en Almendralejo es la comunión entre el equipo y los vecinos. La ocasión para celebrar el domingo, para acudir al estadio juntos, familia y amigos. Pipas, papel de periódico y almohadilla azulgrana.

El fútbol significaba el éxtasis de lograr un empate a 0 contra todo un Real Madrid, en un partido épico en el que el portero Amador se volvería el héroe local. Era la resignación aprendida de asumir una nueva derrota con la satisfacción de saberse luchadores en una liga de gigantes. ¿El farolillo rojo casi permanente? Ya lo quemamos en las Candelas.

Lo que el Extremadura Unión Deportiva ha logrado esta temporada es, de nuevo, histórico. En sólo once años de existencia ha llevado a la región de vuelta al fútbol profesional y ha provocado una nueva ola de ilusión en Almendralejo.

El fútbol quizás sea en algunos casos uno de los deportes más frívolos y banales. Y aún así es un regalo para quien se deja contagiar de su grandeza. Por eso, al Extremadura, gracias.

*Periodista