TCtuando José Blanco hacía de policía malo del PSOE para que resaltara todavía más el papel de policía bondadoso de Zapatero , algunos socialistas cercanos a la revista Temas se ponían de los nervios por el desparpajo, a veces burdo, con que envolvía sus declaraciones, y la pasmosa facilidad para desgranar alguna que otra falacia, sin que se le moviera un músculo. Pero el ciudadano Blanco nunca habló para intelectuales numerarios o supernumerarios, sino para ese sector de la población que, llegado el día, votará al candidato socialista.

Su arribo al ministerio de Fomentó llegó cargada de alguna malévola expectación. No era difícil superar la labor de su antecesora, tan antipática como prepotente, pero Blanco demostró desde el primer momento que sabía dónde se encontraba. En un país donde se confunde la politiquilla con la política, y el interés del Estado con los intereses partidistas, demostró enseguida que conocía la diferencia entre ser secretario de organización de un partido para lo que hay que ser más forofo que nadie, y desempeñar el cargo de ministro de un Gobierno que tiene que administrar, no sólo para los que le han votado, sino para todos los que forman el padrón.

Tuvo reflejos suficientes para desempeñar el papel de manera brillante, y se ha mostrado sólido, sensible, y con capacidad de reacción, virtudes que no les sobran a otros compañeros. Blanco, junto con Rubalcaba , forma parte del núcleo duro del presidente, y eso crea alarma entre meritorios y pelotas. Llega el momento en que, antes de acostarse, deberá sacar con cuidado los puñales que sus conmilitones le hayan clavado en la espalda.