De la religión se pasa a la superstición o a la magia en menos que canta un gallo. Algo que siempre he admirado en mis amigos agnósticos y ateos es que no corren el riesgo de creer que ser albino es maldición de dios (o de los dioses); o que si pides a la divinidad bien fervientemente que te favorezca y te van las cosas bien es gracias a que te ha concedido lo que pediste (cual mago con varita).

Y me acuerdo de los albinos, muy perseguidos en ciertos países de Africa porque los consideran malditos (por diferentes). Su sufrimiento es atroz; y encima no disponen de medios suficientes para cuidarse como debieran (gafas de sol, cremas para la piel...). Lo diferente (y minoriario generalmente) es atacado, mal considerado, discriminado, rechazado... y rodeado de un aura de malignidad. Nuestra historia está llena de ejemplos y lo peor es que no nos zafamos de esta mezcla de ignorancia, superstición, religión mal entendida o vaya usted a saber qué.

A los negros se les consideró de segunda durante mucho tiempo, y fueron esclavizados y no fue sino a partir de los años setenta del siglo pasado cuando en Estados Unidos empezaron a ocupar algún espacio del lugar que les pertenecía y que se les había hurtado. Aún hoy continúan siendo las grandes víctimas de las desigualdades en el corazón del imperio.

Hasta hace poco en España a los zurdos los obligaban a volverse diestros (lo de la sinistra sonaba siniestro), negándoles parte de su ser, hasta el punto de atarles la mano izquierda a la espalda o de darles con una regla si hacían ademán de escribir con esa extremidad. Afortunadamente todo aquello ya pasó y hasta se les ha adornado con una especie de aura favorable (grandes genios como Miguel Angel fueron zurdos).

Y aun hoy mismo, todavía hay quien ve la homosexualidad algo anormal y fruto de alguna desviación. Parece que la mayoría de las personas nos sentimos atraidas (amorosa y sexualmente hablando) por quienes son del otro sexo, pero hay también quienes se sienten atraidos (amorosa y sexualemente hablando) por personas del mismo sexo. ¿Tan difícil es entenderlo?, ¿es que estamos llamados a condenar lo diferente, a anular al otro?

Lo más numeroso no es ni lo único ni lo mejor. Nos cuesta entenderlo y a muchos les cuesta hasta la vida.

No todos somos varones, blancos, heterosexuales y diestros.

Y otro día tocará hablar de otras minorías y otras mayorías. Las grandes mayorías silenciadas, discriminadas, explotadas, anuladas, machacadas... por las minorías esclavizadoras. Ya saben, los indígenas, campesinos, trabajadores, estudiantes... de tantos países y de los Uribe, Alan García y compañía que los azotan impunemente; a menudo con nuestra bendición.