Durante casi cuatro años, formé parte de una plataforma de preferentistas que nos unimos para luchar contra los bancos que nos habían robado nuestros ahorros. En ese tiempo, murieron nueve personas y después, sus hijos seguían la lucha para recuperar los ahorros de sus padres.

Recuerdo que cada vez que moría alguien soltábamos un globo blanco y permanecíamos un minuto en silencio. Fue dramático ver cómo aquellas personas mayores se iban deteriorando por el sufrimiento y el desamparo institucional y mediático que sentían, hasta precipitar su muerte. A los psicópatas financieros no les importaban nada sus vidas con tal de enriquecerse y vivir rodeados de lujos. La impotencia y el desamparo lo seguimos sintiendo ahora cuando vemos en las tertulias televisivas cómo se habla de Miguel Blesa. Si las instituciones no cumplen su labor de supervisar al sistema financiero y la banca minorista no frena sus estafas, seguirá muriendo mucha gente por el impacto de estos fraudes. Y parece que la justicia tampoco lo remedia.