TNto seré yo quien aplauda todas y cada una de las actuaciones del presidente Zapatero ni ponga en marcha el botafumeiro. Sin embargo disto mucho de encontrarme entre quienes le tildan de simple e incluso de bobo. Eso sí, no cualquier clase de bobo. Solemne.

No es el PSOE un partido en el que se triunfe, y se dure, gracias al apellido, a las influencias familiares o a las donaciones económicas como puede suceder en otros partidos. Hemos conocido muchas estrellas fugaces, pues el ascenso momentáneo se puede conseguir gratuita e injustificadamente, pero la permanencia exige valores y estrategias individuales. Un simple o un bobo tienen poco recorrido entre los socialistas. Se podrá hablar de malas artes, de audacia, de astucia, de saber arrimarse o moverse , pero en cualquiera de esos casos es imprescindible ser cuando menos un espabilado. Algo que no concuerda con la simpleza o la bobería, sino mas bien con el análisis sosegado y el cálculo frío.

Una sonrisa abre puertas pero no las mantiene abiertas indefinidamente. Ni siquiera es garantía para caminar con éxito entre la selva política. En su currículum habrá luchas, feroces enfrentamientos, disputas de gran calado e incluso cadáveres. En política nadie regala nada y como los puestos nunca están vacantes es necesario saber a qué puesto se aspira, qué armas deben utilizarse y conseguir los soldados necesarios para superar al adversario. Por otra parte, si el enemigo te infravalora habrás conseguido tu primera victoria, pues cuando quiera descender de su soberbia y llegue a hacerte justicia habrá quemado muchas naves y perdido mucho tiempo. Un tiempo que juega a tu favor.

¡Coño con el bobo!

*Profesor