La suya es fina, una raya donde cuesta encontrar el perfil de los labios, y permanece oculta bajo la barba. Cuando sonríe con sorna, los extremos se curvan hacia abajo, dejando entrever unos dientes manchados por el tabaco o quizá sea por los años, pues el hombre pasa de los 70. Es una boca que no debe atraer otras bocas, por lo que está siendo utilizada por su dueño para lanzar exabruptos y pensamientos de viejo verde. A esa boca, que responde a las instrucciones del cerebro de Javier León de la Riva , alcalde de Valladolid, le gusta pronunciar con voz potente, a ver si nos asustamos o le reímos la gracia, palabras como paja o condón; disfruta diciendo "por mis cojones" y calificando a los demás de "hijos de puta".

Las mujeres vallisoletanas pensaban hasta la semana pasada que era un político machista con incontinencia verbal, como tantos otros. Y no todos, para qué nos vamos a engañar, son del PP. ¿O ya nos olvidamos de que Alfonso Guerra llamó "señorita Trini" a la ministra de Asuntos Exteriores? Ahora, tras sus comentarios sobre "los morritos" de la nueva ministra de Sanidad, en Valladolid creen que no se merecen semejante alcalde. Aunque dudo sobre si les da más miedo que siga ahí o que vuelva a su anterior profesión: ginecólogo. Me cuentan que sus maridos, hijos y padres también se sienten avergonzados. Los hombres pucelanos, que desfilaron orgullosos ante el féretro de Miguel Delibes , no quieren que una ciudad que se precia de hablar el mejor castellano del mundo se recuerde por las palabras soeces de un alcalde deslenguado.

La otra boca, la de Leire Pajín , solo se ha abierto para decir que de sus labios no saldrá "ni una palabra". Tiene labios abultados y sonrisa amplia. Es el tipo de boca que a muchas mujeres les gustaría tener. Y a muchos hombres, besar. Javier León de la Riva ha dejado dichas las peores palabras sobre una boca de mujer. El poeta Miguel Hernández escribió las mejores: "Boca que arrastra mi boca/ Boca que me has arrastrado:/ Boca que vienes de lejos/ a iluminarme de rayos".