WPw ocas veces se dan interpretaciones tan contrapuestas sobre el crecimiento sostenido de los mercados bursátiles como las que se están recogiendo estos días. Las bolsas de los países que más pesan en el desarrollo económico mundial --Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia-- viven días de auge sostenido. Y en algunos casos, como el español, a pesar de que los indicadores económicos no solo no se rehacen sino que pierden distancia con respecto a sus socios comunitarios, también son alcistas.

Pese a ser el barómetro más frecuente de cómo va a evolucionar la economía internacional, lo que está sucediendo en las bolsas debe tomarse, por el momento, con suma precaución.

Quienes justifican la recuperación diciendo que ha vuelto la confianza, lo hacen guiados por los datos del repunte de la actividad en Estados Unidos y la interpretación favorable que han hecho sus autoridades monetarias, compartida por las europeas. Que haya recuperación, aparente o real, es lógico tras la descomunal inyección de dinero público a un tipo de interés irrisorio. El dopaje de euros y dólares íque ya pocos discuten que fuera necesarioí ha surtido efecto, pero queda por ver qué pasará cuando se retire la medicación. De momento, se anticipa que el paciente se recupera mejor de lo esperado, y eso es lo que están cotizando las bolsas en el mundo.

En las bolsas, donde se manejan miles de millones de ahorros de todo el mundo en pocos segundos, y pese a disponer de los medios informáticos más sofisticados del mercado, también cabe el error. Se comprobó hace un par de años, cuando se despreció la experiencia acumulada sobre burbujas similares de años anteriores, como la de las puntocom. Esta vez, los intermediarios financieros aseguran que han aprendido la lección. La bolsa, presumen frente a los escépticos, ya no es una casa de apuestas.

En el caso español, la paradoja es que en el Ibex-35 remonte tan fácilmente el valor de los grandes bancos --Santander y BBVA-- como el de las inmobiliarias que protagonizaron tanto el auge como la caída del sector constructor. Cuesta entender porque ya es indiscutible que España viajará en el furgón de cola para salir de la recesión. Pero lo explica, en buena parte, que en el Ibex dominan empresas españolas de proyección mundial, con negocio en países emergentes y que cada vez son más ajenas a los avatares de la economía nacional. Por eso la recuperación de nuestra economía, en cualquier caso, vendrá de lejos.