WSwesenta años después del martirio de Hiroshima, el mundo vuelve a estar situado en el principio de la incertidumbre, en la angustia experimentada en 1945 por el padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer , cuando vio elevarse en el horizonte el hongo terrorífico de la primera explosión de prueba en el desierto. El riesgo sigue en medio del desorden jurídico y la precariedad democrática. El primer bombardeo atómico de la historia señaló el comienzo de una era que se pretendió situar bajo el signo de la seguridad colectiva, pero muy pronto la guerra fría y el equilibrio del terror se alzaron por encima de la cooperación internacional.

Aniquilados en 1945 el nazismo y el imperialismo nipón, derrumbado el imperio soviético en 1989, el terror que nos invade ahora está estrechamente relacionado con la ominosa proliferación nuclear. Los poderes nucleares son oficialmente cinco, pero sabemos que el arma absoluta está agazapado en otros muchos lugares y que en cualquier momento puede aparecer en manos de grupos de fanáticos que no dudarán en convertirlo en el chantaje definitivo. También ahora, como en 1945, se habla de reformar la Organización de las Naciones Unidas para evitar otra calamidad. Ojalá no se repita Hiroshima.