WEwl Ayuntamiento de Cáceres tomó la decisión en su momento de llevar el botellón al ferial. Allí, lejos del casco urbano, se evitan muchas de las molestias que esta actividad juvenil genera. Pero llevar el botellón al extrarradio no sólo no soluciona el problema --porque el problema es el botellón , no lo que provoca-- sino que lo aplaza: parecería que, como ya no se molesta a los vecinos, estas concentraciones de cientos de jóvenes en torno al alcohol no son más que manifestaciones de la juventud, intrínsecas a los tiempos que corren, y sin mayores consecuencias para su salud y su desarrollo.

Ahora, y a raíz de que el pasado jueves se produjeran altercados porque algunas decenas de jóvenes quisieran asaltar al autobús que los lleva y los devuelve al centro, el botellón se ha colocado de nuevo en el primer plano de la actualidad social.

Los conductores de los autobuses que realizan este trayecto se quejan de que no tienen protección y de que en esas condiciones se niegan a hacer el servicio. Es decir, de nuevo el botellón como problema de orden público, cuando en realidad lo es de educación y de convivencia. Y eso no se arregla con policías ni de hoy para mañana, pero es la única forma de arreglarlo.