XPxosiblemente no fueron demasiados los ciudadanos que tuvieron la pretensión de saber más de lo que sabían, por las luces que arrojase la Comisión Parlamentaria que investiga el execrable atentado ocurrido el 11 de marzo. Menos aún los que estaban esperanzados en conseguir una amplia y eficaz panoplia de consensuadas decisiones, que nos condujesen a combatir con la máxima eficacia, esa plaga casi bíblica, que es el terrorismo, particularmente el más feroz, cruel e inhumano, como es el terrorismo de los integristas islámicos.

Pues bien, en este aspecto la comisión no va a defraudar, y va a dar la razón a la mayoría que suponía que no iba a salir nada de nada de ella. Y ojalá, expresión muy árabe por cierto, que nos equivoquemos, y que la comisión tome un rumbo diferente, y vayamos a lo más positivo de todo, lo que en realidad anhelamos los ciudadanos, que son la adopción de medidas eficaces que impidan que lo trágicamente sucedido vuelva a suceder.

A estas alturas, resulta tan frustrante el empecinamiento de intentar alumbrar tramas oscuras, que den coartadas políticas a lo sucedido, como empecinarse en ahondar la torpeza del gobierno de Aznar. Claramente, ya nos dimos por aludidos los ciudadanos y dijimos lo que teníamos que decir en las urnas tres días después del atentado, así que poco se puede añadir en este campo.

Llevar a un exjefe de gobierno por esta cuestión a declarar en la comisión no parece que vaya a añadir demasiada luz a ésta. La verdad es que sorprende un poco la unanimidad en la decisión, y no será porque esperen que Aznar diga algo más de lo ya sabido. Y esto es lo peor, que al final todo acaba por un lado, en remachar la pésima manera de actuar Aznar en la crisis trágica de los sucesos del 11 de marzo, cosa archisabida y uno de los motivos por los que perdió el poder el Grupo Popular y por otro, se comience un discurso confuso, animado, por un director de periódico de prestigio, que sabe muy bien cómo alegrar estos cotarros, transformando indicios remotos y circunstanciales, en hipótesis plausibles, para al final acabar con una confabulación imposible etarro-islámica.

Sin duda que el terrorismo de ETA es cruel y desalmado, condenado y condenable, pero afortunadamente dista mucho de la barbarie de los integristas islámicos.

Es una pérdida de tiempo y de recursos humanos, que sus señorías acaben en broncas formidables como la habida en esta última semana, y ganas dan de pedir nombres para ver a quién no tenemos que votar en las próximas elecciones.

Creo sinceramente que crucificar a Aznar es un ejercicio estéril, de su torpeza la inmensa mayoría de nuestro pueblo incluyendo muchos votantes del PP, están al cabo de la calle. Dar lanzadas a un muerto sirve de poca cosa y todo parece indicar que la bronca habida, es tan solo un ensayo de la que queda por venir.

Con sinceridad, ¿alguien piensa que Aznar puede decir algo relevante?, o, ¿algo que no se conozca? Aznar, lógicamente irá a su autojustificación personal, que ya no interesa a nadie, está ya juzgado y no es la mejor de las costumbres juzgar la misma cosa dos veces, máxime cuando el juez es de tantas campanillas, como lo ha sido en este caso, nada menos que el pueblo español.

Y de lo que queremos los ciudadanos, ¿qué?, ¿dónde están esas normas?, ¿esos acuerdos?, que conviertan al arco democrático parlamentario en una piña, y salgan unas directrices imperativas para luchar y prevenir el terrorismo de los integristas islámicos. Porque esta es la demanda esencial de nuestro pueblo, y esta entendemos que debiera ser el objetivo principal de la comisión.

*Ingeniero y director general de

Desarrollo Rural del Ministerio de

Agricultura, Pesca y Alimentación