Para los investigadores en el campo del Psicoanálisis --desde que Sigmund Freud lo pusiera tan de moda-- los personajes de los cuentos infantiles han sido siempre objeto de estudio y análisis, por las pistas que nos pueden dar acerca de desequilibrios mentales, complejos, psicosis y obsesiones que son propios de la vida real; aunque los narradores del pasado, frecuentemente, los tomaran como modelos para ilustrar las peripecias de Caperucita Roja, del Gato con Botas o de Alí Babá y los Cuarenta Ladrones. Unas con intención de provocar miedo en sus jóvenes lectoras, previniéndolas contra los apetitos desordenados del lobo feroz. Otras para resaltar la valentía de un gatito astuto y audaz, que se ingenió triquiñuelas para convertir en noble a su joven dueño. O para ponderar el premio o gratificación debida a la bondad y la honradez de los jóvenes que lo merezcan, robando a los ladrones, como lo hizo Alí .

Todas estas ingenuas y entretenidas historias que escuchábamos de niños, y que repetimos de mayores a nuestros nietos, tienen un fondo real, vívido, traducible a personas y personajes de nuestro entorno que presentan las mismas taras, deficiencias, inclinaciones o virtudes que los personajes de los cuentos; permitiéndonos conocerlos mejor, cuando los comparamos con los avatares que les suceden a los héroes de la narración.

El famoso cuento de La Lechera ha sido posiblemente el más repetido, analizado y puesto en solfa a cuenta de su triste final. Pues, en la mayoría de los casos, los ilusos, los optimistas y visionarios de Utopías de futuro, que han ocupado poltronas ministeriales en estos últimos años de la democracia, han padecido la misma deformación visionaria de aquella joven lechera, atrapada en sus ensoñaciones y fantasías; hasta que un tropezón desdichado la devolvía a la realidad, empapada en leche y con el cántaro hecho trizas. También Alí Babá, el joven de sencillas costumbres que aprendió a abrir la cueva de los corruptos, de los defraudadores, de los estafadores y maulas con aquello de "¡Sésamo: Abrete!". Y se forró a cuenta de los bandoleros; como tantos y tantos lo siguen haciendo en la actualidad, arrimándose a las "tramas" más desvergonzadas o a los "aparatos" más corrompidos.

PERO HOY, en estas líneas "irreverentes", voy a referirme más en concreto a la bruja que intentó amargar la vida a la princesa Blanca Nieves, que seguramente le había arrebatado el trono, o la poltrona, de algún ayuntamiento. Me parece, este concreto personaje de cuento, muy ilustrativo, y con notables concomitancias con alguna lideresa de la vida real actual, en sus actitudes y en sus aspiraciones. La bruja del cuento --que además era madrastra de la princesita-- parece que era enormemente vanidosa, ególatra, engreída y, por supuesto, mentirosa. Tenía el palacio en el que reinaba lleno de espejos aduladores --"pelotilleros", diríamos hoy-- a los que continuamente preguntaba su opinión sobre su belleza, su ingenio, su capacidad de mando, etc. Rompiendo violentamente a los que no la respondían con halagos y piropos; o a los que pretendieran multarla por aparcar incorrectamente.

Pero uno de estos "asesores de imagen" tuvo la desfachatez de indicarle que ella era la mejor, pero que Blanca Nieves ganaría las elecciones. Ordenó entonces asesinarla en el bosque de "El Retiro"; pero el encargado de la "faena" prefirió dejar a la princesa --que había sido jueza-- al cargo de ciertos elementos extremistas, radicales, "anti-sistema" y peligrosísimos por sus ideas --eran "enanos" chavistas, procedentes de Venezuela-- y volver para entregarle a la malvada reina el corazón de un incauto que paseaba junto al monumento de Alfonso XIII . Pero el "asesor" siguió insistiendo en la victoria de Blanca Nieves y sus enanos; así que decidió disfrazarse, maquillándose los ojos más oscuros, hasta que parecieran de lechuza; empolvarse mucho la tez de la cara, hasta darla un aspecto seco y cerúleo; y enarcar la boca en una perenne sonrisa de anfibio prehistórico, que la dieran aspecto de "meiga" galaica. Así, enmascarada, se internó en El Retiro envenenando plantas y frutos para eliminar a la princesa y a los enanos...

¡No hubo Príncipe! Los enanos chavistas y la princesa radical serían poco a poco eliminados por los venenos dialécticos y las falsas imputaciones que irían esparciéndose en las hojas de los periódicos y en las "tertulias" de periodistas afines; campaña que todavía no ha terminado.

Por eso, a esta fábula le faltan aún unos meses, y no podemos conocer el final.