WEw l primer dato del cierre de la economía española del 2006 ha sido satisfactorio: la inflación se moderó hasta el 2,7%. Es un punto menos que el IPC del 2005 (3,7%). En Extremadura, el comportamiento de los precios fue todavía mejor: 2,4% y 3 décimas menos que la media nacional.

Aunque la cifra parece exigua, tiene su mérito, porque indica que se ha practicado una política correcta, tanto por parte del Gobierno como de empresarios y centrales sindicales, para atajar uno de los males más endémicos de nuestra economía: que para crecer hay que asumir que los precios se disparen. Y después de que hace cinco años España cediera su soberanía monetaria al Banco Central Europeo, cualquier alejamiento en precios de nuestros países socios, y también competidores, supone una merma para la competitividad, medida en capacidad de exportación.

La revisión de los capítulos que componen la llamada cesta de la compra, lo que gasta una familia en bienes y servicios cada mes, refleja fielmente un dato por encima de todos los demás: España es demasiado dependiente del petróleo, y cuando sube el precio del barril se resienten, sobre todo, las economías domésticas. Si en el 2006 se ha moderado la inflación es porque el precio del barril de petróleo empezó a subir en el 2005, y por tanto, ya se ha absorbido la peor parte del impacto. Sin embargo, los bolsillos de los ciudadanos siguen sin sentir la moderación de la inflación. Y ello porque, si es templada en términos generales, no lo es en los productos de consumo generalizado.