La edición del Womad que han disfrutado miles de personas en Cáceres no se inició con buenos augurios. Algunas decisiones que se tomaron cuando hace semanas se presentó el programa hacían pensar que podría reproducirse, si no la crisis de hace dos años entre la Consejería de Cultura y la dirección del festival, si al menos que se reavivaría un distanciamiento que podría dañar al festival. Afortunadamente, si hubo crisis se disipó, ningún desencuentro se concretó y si se produjo un distanciamiento no ha interferido en el festival, porque a la vista de como ha transcurrido puede decirse que ha sido una buena edición. Paradójicamente, el hecho de que no haya habido ningún artista de relumbrón, capaz por sí mismo de atraer a cientos de personas, pone de manifiesto el tirón de la marca Womad porque ha habido miles de seguidores y la ciudad de Cáceres se ha visto desbordada por los visitantes, asistencia que, con sol o con lluvia, ha sido numerosa, y eso lo ha hecho el Womad, no ésta o aquella figura de la canción.

De otro lado, cada año que pasa, cada año que este festival liga su nombre al de Cáceres, parece más artificial la polémica sobre si Womad beneficia o no a la ciudad. Y mucho menos después de que Cáceres se adentrara en la carrera por conseguir la capitalidad cultural europea en el 2016.

Pocos pueden ya dudar de que esa candidatura sería más débil si esta ciudad no llevara diecinueve años acogiendo un festival que es conocido y reconocido internacionalmente.