No importa ya nada, querido lector, si en la elección del mangatario, y permítanme el neologismo, han sido determinantes los tejemanejes del FBI, los hackeos rusos o cualquier otra coyuntura no democrática por la que su decepcionante presidencia quedará para la historia con un aura de sospecha infamante. Demasiadas dudas en torno a la legitimidad del electo y demasiados indicios de inmoralidad en su historial sembraron una justificadísima alarma en el mundo democrático y sensato, cuando el hombre ganó. Sin embargo, la respuesta más generalizada ante el sofocón fue la prudencia y el deseo, más que la certeza, de que el turbio empresario, que tendrá que hacer frente durante su mandato a denuncias de fraude e investigaciones sobre su institución de caridad o sobre los vínculos de sus asesores con Rusia, una vez consagrado en su cargo, se comportara de un modo distinto al que sus antecedentes presagiaban.

Tras su discurso inicial y su encuentro con Obama, muchos quisieron atisbar cierto grado de conversión institucional. Algo así como una mutación tipo Santo Tomás Becket, al ser nombrado lord canciller de Inglaterra por el rey Enrique II, allá por el siglo XII, como si fuera posible que el honor del cargo, el sillón más respetable al que se refirió Meryl Streep en los Globos de Oro, transformara la penosa catadura del personaje en otra honorable o al menos presentable.

Pero los hechos son tozudos. Ya antes de jurar, ha vuelto el individuo por sus fueros, eligiendo a un equipo caótico, comunicándose a golpe de twitter hiriente, retirando la palabra a los periodistas que no le adulan, nombrando a su yerno asesor, diciendo sí pero no a abandonar sus negocios, aferrándose a la mentira.

Populista, machista, abusón, prepotente, agresivo, maleducado, irreflexivo. Es lo que trasciende del tipo. Y tenemos derecho a juzgarlo porque es el personaje más público del mundo globalizado. Y los actos de este bufón entronizado tienen terrible trascendencia. Aunque una se resiste a creer, tal vez en su inocencia que, ahora sí, el mundo se va a la mierda. * Profesora