TYta está aquí la PAC y en casa, a la hora de comer, se manifiestan dos maneras distintas de entender la vida. Mi mujer trabaja en cuestiones agrícolas y está muy pegada al terreno. Mi hijo y yo somos más urbanitas, más delicuescentes y nos dispersamos en otras músicas: el rock, la ópera, el chat, la literatura, el MP3, los hoteles rurales con encanto... Mi mujer saca temas de conversación extrañísimos. Estás azucarando el café y de pronto te salta: "Pues este año, las ayudas por cabra son de 16.8 euros". Mi hijo y yo condescendemos educados: "¡Ah, qué interesante!", pero al instante llevamos el agua a nuestro rollo: cierta decepción porque el grupo de rock Soziedad Alkohólika se ha caído del cartel del Extremúsica, gran alegría por haber conseguido dos entradas de ocho euros para asistir a una representación de El barbero de Sevilla en el Teatro Real, sublime satisfacción al descubrir un hotel con aire zen en Torremenga de la Vera...

Mi mujer nos devuelve a la tierra: "Pues este año, la PAC subvenciona las ovejas para carne con 21 euros y si la cabra y la oveja están en zonas desfavorecidas, las prima con siete euros más". Nosotros asentimos con hipócrita interés y retornamos a lo nuestro: el tenor Juan Diego Flórez, que siempre canta bien a Rossini, Def con Dos , que nunca falla en directo. Mi casa, en fin, parece un microcosmos de Extremadura: la realidad agrícola de esta tierra peleando por salir adelante entre incomprensiones y la modernidad exquisita ignorando que la verdad está en el campo y dispersándose entre frivolidades y displicencias.