WCwáceres se levantó ayer sobresaltada por el informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que concluía que los cacereños están bebiendo agua no potable porque contiene tasas superiores a las permitidas de trihalometanos, compuestos que tomados continuadamente son "posiblemente cancerígenos". El informe crea una lógica alarma social. Y más porque, según la OCU, es el agua de Cáceres la que contiene mayor concentración de trihalometanos entre las 50 capitales de provincia analizadas. Las reacciones, también lógicamente, no han tardado: el ayuntamiento y el Canal de Isabel II han defendido la calidad del agua y han anunciado una querella contra la OCU. Y dan, además, el muy comprensible argumento de que el análisis de la organización de consumidores adolece del rigor científico que, en un asunto de tanta trascendencia como éste, debería ser incontestable: la OCU ha sacado conclusiones sobre la calidad del agua de 50 ciudades habiendo hecho únicamente 57 muestras. No es posible que tomando una sola muestra en cada ciudad (como máximo dos) se pueda determinar nada menos que el agua de la red pública tiene compuestos potencialmente cancerígenos. La OCU debería explicar con mucho más pormenor conclusiones tan inquietantes.