WLwos servicios económicos del Ayuntamiento de Cáceres han presentado un riguroso plan financiero que plantea, entre otros puntos, una subida de impuestos y la racionalización de gastos. Son, en opinión de los técnicos, pilares para evitar que la deuda municipal aumente y comience a ser verdaderamente preocupante. Como no podía ser de otra forma en el periodo preelectoral en que nos hallamos, el equipo de gobierno local ha anunciado que el incremento fiscal no se aplicará en el 2007 y ha insinuado que estas y otras medidas, claramente impopulares, deberán ser impulsadas, si así lo decidiera, el ejecutivo que salga de las urnas. Parece razonable que una iniciativa de tanto calado de cara al ciudadano se debata sin prisas antes de ser aplicada, para evitar el rechazo social. Pero no hay que perder de vista el fondo del asunto, y es que el ayuntamiento cacereño no puede ser timorato a la hora de decidirse a atajar una deuda que a la larga puede hipotecar sus arcas. Durante años se ha cometido el error de congelar los impuestos e invertir con cierta alegría, medidas populares a corto plazo pero perjudiciales para todos a la larga. Ahora, toca apretarse el cinturón. Es de esperar que la inevitable subida impositiva se haga desde el 2008 de forma escalonada y es necesario que la inversión municipal no decaiga, pero se acometa con el rigor que los técnicos reclaman.