El ministro de trabajo, Jesús Caldera, en representación del Gobierno de la nación, y el presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en representación del autónomo, presidieron ayer el acto de inauguración y apertura al tráfico de los dos tramos de la autovía A-66 entre Cáceres y Cañaveral, de 37 kilómetros. La puesta en servicio de éstos ha hecho posible que, desde anoche, las dos principales ciudades de la provincia, Cáceres y Plasencia, se encuentren unidas por autovía. No es el de ayer un día cualquiera, porque la A-66, que está a falta de 70 kilómetros para completar su trazado en territorio extremeño, ha sido, una vez concluida la A-5 entre Badajoz y Madrid en noviembre de 1995, la vía de comunicación más anhelada por los ciudadanos de la región. Y han tenido tiempo de anhelarla: nada menos que un cuarto de siglo, porque la transformación de la antigua Ruta de la Plata en una moderna autovía ya se encontraba ´sobre el papel´ en los planes del primer gobierno de Felipe González, a principios de los años ochenta del pasado siglo.

No es momento ya ni de reparar en el tiempo esperado ni en el perdido precisamente en los dos tramos ahora abiertos, que han sido objeto de controversia porque uno de ellos ha estado acabado meses sin ser utilizado. Es momento de aprovechar las oportunidades que ofrece. De desarrollo y también de seguridad. Prescindir de ´las curvas del Tajo´ tiene un valor incalculable del que da idea el que, en ese tramo, y solo en el primer semestre de este año, ha habido 14 accidentes con una persona muerta y otras 16 heridas.