El Cáceres atraviesa un mal momento deportivo y económico, pero en ninguno de las dos facetas su males son irreversibles. En la primera, el equipo sigue con todas sus opciones para mantener la categoría, ya que, pese a la derrota del sábado ante el Fórum, los dos clubs están empatados a victorias y aún resta una vuelta por jugar.

Pero, ineludiblemente, los condicionantes económicos influyen en lo deportivo. A la marcha de Deon Thomas tras protagonizar una huelga encubierta, se puede unir la de otros jugadores importantes si no hay unas soluciones claras y los pagos a la plantilla no se afrontan. Entonces sí que no habría remedio.

La crisis estructural del Cáceres viene de lejos y los condicionantes son innumerables, pero de nada vale cruzarse de brazos --todos, instituciones, directivos, técnicos y afición--, ya que el mal sería mortal de necesidad. Un empujón económico en forma de crédito sería ideal; un patrocinador vendría como anillo al dedo..., pero casi no hay tiempo. El sueño de la ACB se puede diluir en pocos meses si alguien no se implica y encuentra una puerta de salida que, aunque difícil, está aún abierta. Los jugadores, por su parte, se tienen que dedicar, en exclusiva, a meter canastas y que no se las meta el rival.