El inicio del curso universitario ha puesto de relieve el anunciado conflicto de horarios en la noche cacereña. La fuerte demanda de lugares de ocio nocturno ha hecho que los hosteleros busquen fórmulas alternativas que, conformes a la ley, garanticen una oferta que al día de hoy se manifiesta insuficiente. El reglamento sobre los horarios, cuyo fin último es compatibilizar el derecho al descanso y el de la diversión, no ha sido capaz de lograr su propósito en determinadas zonas de Cáceres y se da la paradoja de que la aplicación de la normativa pueda llegar a agravar el problema que intenta solucionar. De hecho, tras un cierre de cuatro horas durante la noche, hay establecimientos que retoman su actividad durante la madrugada con lo que prolongan la presencia de jóvenes hasta bien entrada la mañana.

Por contra, no se puede achacar todo el problema a una normativa de horarios cuando la competencia en torno a la regulación de licencias corresponde al ayuntamiento, que debe velar, a su vez, por el cumplimiento de la normativa establecida. Pensar que la solución sólo pasa por reformar una ley, que funciona correctamente en otras ciudades, es un intento de eludir responsabilidades.