Las Cajas de Ahorro se encuentran inmersas en un ciclón de reformas que ya afecta a más de 30 entidades. El balance que arroja por ahora podría ser definido por los vocablos: recorte y ajuste. Pero esta reestructuración, que en Extremadura parece haber pasado desapercibida y que sin duda no ha sido comprendida, puede generar un grave problema en el marco de la Obra Social y su labor tanto de cohesión ciudadana como de agente para el desarrollo rural.

Para ilustrar esta cuestión y atendiendo a criterios académicos como los expuestos en Universia Business Review por autores de la Universidad de Valladolid, en un artículo denominado ´La obra social de las cajas de ahorro: un análisis exploratorio´, podemos observar como la división clásica del tipo de inversión de la Obra Social ya denota sus líneas de acción y es esclarecedor a la hora de comprender la importancia de las Cajas para lo anteriormente referido.

Cultura y Tiempo Libre, Asistencia Social y Sanitaria, Educación e Investigación y Patrimonio Histórico, Artístico y Natural, serían las cuatro grandes líneas de inversión. Si nos referimos a inversión concreta en busca de porcentajes particulares para intentar comprender las repercusiones que tendrán estas reformas a nivel social, datos académicos afirman que, en concreto, la cultura y la asistencia social representan su principal objetivo, ya que supera el 60% de la inversión. Existe por lo tanto un vínculo directo con la sociedad. Concretando aún más, alrededor de un 30% ha estado destinado a facilitar servicios a los más desfavorecidos. La coyuntura actual de persecución del déficit público, demanda más que nunca los beneficios de la obra social. Que incluso parece ser el último de los grandes poderes "filantrópicos", habiendo aportado en los últimos años alrededor de 2.000 millones de euros a este fin.

Refiriéndonos en concreto a nuestra región, según datos de Caja de Extremadura, la inversión total del ejercicio 2009 superó los 18 millones de euros, centrándose la inversión con un 52% del total en asistencia social y sanitaria, contabilizándose el número de beneficiarios en este grupo en más de 87.000 y siendo la cifra reflejada del número total de beneficiarios de la Obra Social de esta entidad en más de medio millón de personas durante este ejercicio. Si citamos el ejemplo de Caja Badajoz, esta vez hablando de obras concretas, podríamos citar la Residencia de Alzheimer de Montijo o el ya veterano Hogar de Nazaret en Badajoz, además de multitud de inversiones en el área cultural y en el área educativa.

El espíritu de estas entidades, que acabado el año fiscal dividen sus beneficios en tres grandes partes: reservas bancarias, impuestos y Obra Social, descartando hasta ahora el reparto de dividendos, permitía que se mantuviese la tarea filantrópica como principal eje de su existencia. No obstante a raíz del fenómeno de bancarización impuesto por las medidas de ajuste, que permitirá la entrada de accionistas privados, se iniciará un proceso de recortes en la inversión social que según precedentes inherentes al propio sistema subordinará los intereses sociales a los rendimientos y justa retribución a los accionistas. Situando de nuevo el objetivo en Extremadura, el lector debe reflexionar sobre cómo afectará al volumen de Obra Social y al sector económico regional, la integración de Caja de Extremadura y Caja Badajoz en sendos SIP. ¿Condicionará el total de inversión en nuestra región? Posiblemente se verá reducida de forma progresiva, adaptándose a la radicalización de los paradigmas económicos que buscan un mayor grado de competitividad. Asistimos por lo tanto a una ejecución magistral de las doctrinas monetaristas: tras el descontrol un duro ajuste, años de penurias y de nuevo un crecimiento desmesurado hasta la siguiente depresión del ciclo económico (7-10 años). Sin embargo en la próxima el panorama será diferente: la Obra Social más flaca, el Estado más débil, los mercados más fuertes y si esto continúa, el plato fuerte: sin convenio colectivo. Ya me dirán ustedes: en la cuerda floja.

Por último y acudiendo de nuevo a los datos oficiales de las cajas extremeñas, entre el periodo que va desde el año 1996 al 2009, la inversión global en Obra Social ha sido de alrededor de 300 millones de euros, 50.000 millones de pesetas que han ido destinados directamente a las personas, en busca de mayores cotas de bienestar social. Sin embargo, los extremeños seguimos callados ante la previsible disminución de esta inversión, que pondría en grave peligro nuestro modelo de desarrollo rural. Para nuestra esperanza quedan los catalanes y los vascos que mediante su confianza han conseguido mantener algunas entidades de carácter regional y continuarán viéndose beneficiados por las posibilidades que genera tener en la comunidad una caja de ahorros y su apuesta por lo social.