Ahora, una pléyade de voces de todos los ángulos claman para que las cajas lleven a cabo una cura de adelgazamiento en forma de fusiones. Es una campaña de acoso y derribo, diseñada durante el boom económico y cuyo lanzamiento cabía esperar en el momento de las vacas flacas. También creo que las cajas han brindado en bandeja de plata argumentos a sus detractores, sobre todo desde que abandonaron, prácticamente todas, el principio de territorialidad clásica, se han concentrado en exceso en el sector inmobiliario, y algunas han entrado con demasiado ímpetu en el mundo de las participaciones accionariales.

La expansión histórica de la red de oficinas es determinante para explicar el comportamiento de bancos y cajas. Durante los años 60 y la primera mitad de los 70, bancos y cajas tenían unas redes de unas 6.000 oficinas cada grupo. En 1983 los bancos, con 16.400 oficinas, superaron en 6.000 a la red de las cajas. Actualmente, la red de 25.000 oficinas de las cajas supera en 9.000 oficinas a la de los bancos. De 1990 al 2009, los bancos pasaron de tener 16.835 oficinas a tener 14.840 (2.000 menos; solo el Santander ha suprimido 1.758, un 37%), y las cajas pasaron de 13.685 a 24.202 (10.000 más).

XGRACIAS A ESTAx expansión desenfrenada de oficinas, ha sido cómo las cajas no han parado de ganar cuota de mercado a los bancos en los principales indicadores de actividad y de servicios (depósitos, créditos, y sobre todo medios --oficinas, cajeros y tarjetas--, y no tanto empleados) y han pasado de tener un tercio de cuota a principios de los 80 a más de la mitad actualmente. Y, claro, se entiende que se hayan convertido en incómodas para la banca. Si, además, añadimos que desde 1984 la solvencia del conjunto de las cajas --medida por su capital de mejor calidad-- es bastante superior a la del conjunto de la banca, y solo en los últimos 10 años han destinado a obra social 12.500 millones (una media del 27% de su resultado anual), una cifra nada baladí, no es extraño que se aproveche cualquier eventualidad para que resuenen los tambores de guerra. La verdad es que tienen en general un mayor grado de eficiencia financiera y social, debido a que han gestionado mejor que sus competidores determinados factores, como, por ejemplo, la orientación al cliente, el elevado nivel tecnológico, la innovación en productos de ahorro y servicio, el personal y el arraigo territorial y social.

¿Cuál es pues el problema? Los créditos cedidos al sector de la construcción y promoción residencial --entre bancos, cajas y cooperativas-- son de 402.000 millones de euros, y de estos, los problemáticos, según el Banco de España, son 165.000 millones, cuando la provisión existente es de 58.000 millones y la pérdida potencial es de 54.000 millones, de los cuales unos 20.000 millones corresponden al conjunto de las 43 cajas españolas, sin considerar las dos mayores: La Caixa y Caja Madrid.

¿Cuál es el grado de solvencia de las cajas? El coeficiente de solvencia total de las cajas era en el 2009 del 12,2% respecto del 8% mínimo (más del 50% de colchón); la solvencia con capital de mayor calidad es del 9,7%, cuando el mínimo es ahora del 4%. Si miramos la solvencia de cada una de las cajas españolas, vemos que ninguna tiene un coeficiente de solvencia inferior al 8%. Al contrario, todas pasan del 10%, a excepción de cuatro: y hay 27 (entre ellas las dos extremeñas) que pasan del 12% de coeficiente de solvencia. Y si nos fijamos en el nivel de solvencia, medido solo por los recursos propios básicos o de más calidad, oscila entre el 14% y un mínimo del 6%, muy por encima de lo exigible.

¿Es posible que se tambalee la solvencia de las cajas? En el supuesto más catastrófico de que el margen de explotación de las cajas no permitiese seguir aumentando las provisiones para los créditos problemáticos y, por lo tanto, las pérdidas potenciales --considerando que no se recupera nada de las garantías hipotecarias-- se tuvieran que enjugar con recursos propios, esto implicaría disminuir su coeficiente de solvencia. Pues bien, visto que el volumen de recursos propios de las cajas (sin contar ni La Caixa ni Caja Madrid) es de 48.169 millones de euros, y suponiendo que tienen en conjunto un nivel de solvencia comparable al del conjunto de bancos, cajas y cooperativas, resulta que por cada 3.900 millones de euros de pérdidas que se hubiesen de cubrir con recursos propios, disminuiría un punto el coeficiente de solvencia. Por lo tanto, cubrir los 20.000 millones de créditos problemáticos no provisionados significaría reducir en cinco puntos el coeficiente de solvencia. Dicho de otra forma, si hiciese falta capitalizar las cajas para afrontar las pérdidas potenciales sin que esto perjudicase su coeficiente de solvencia, como máximo se precisaría hacer una aportación de capital de 20.000 millones de euros para el conjunto de las 43 cajas, sin contar ninguna de las dos grandes.