WEwn una de las crisis sociopolíticas más graves de los últimos años, con millones de franceses manifestándose en los bulevares y con jornadas de protesta que han paralizado el país, el presidente francés ha decidido tirar por la calle de en medio. Chirac anunció el viernes que promulgará la ley del contrato del primer empleo (CPE), aunque con modificaciones en los dos puntos más conflctivos.

El CPE tendrá una duración de un año, en lugar de dos, y el despido que eventualmente se produzca deberá estar justificado, en vez de permitir a los empresarios prescindir de un joven sin darle explicación alguna. Los sindicatos ya han rechazado esta solución y mantendrán las protestas de mañana, martes.

Una vez que el Consejo Constitucional no le sacó las castañas del fuego invalidando la ley, hay que reconocer que la decisión de Chirac era muy difícil. No podía retirar sin más la iniciativa de Villepin, porque significaba la desautorización de su primer ministro y el reconocimiento de la victoria de los manifestantes y de la izquierda que los apoya. Pero las cosas han llegado demasiado lejos, y los errores de Villepin han sido demasiado abundantes como para que la crisis se cierre con algunos cambios en la ley.