Historiador

Es casi una norma de manual que ante los procesos electorales de cualquier índole, los grupos de oposición reclamen el cambio. Y cuanta razón tienen. Pero no sólo para ellos es sustancial este aserto sino a la vez para los que detentan e intentarán revalidar el Gobierno y/o el poder.

¿Cuáles son las razones? Una sociedad que no se transforma perece por inmovilista y se vuelven reaccionaria sus élites. Es decir, no asumen las nuevas realidades. Por ese motivo, los programas de los partidos progresistas, estén o no gobernando tienen que responder a estas llamadas. Y lo hacen. Basta ver las declaraciones de principios, la forma de elaborar sus proyectos (este fin de semana Zapatero anunciaba la creación de una amplia plataforma ciudadana responsable de la redacción del programa electoral socialista) o, en definitiva los modos de acercarse a los distintos colectivos.

Gracias a eso, la izquierda ha conseguido llenar de colaboración la relación entre los partidos y las instituciones. Gracias a eso se entiende que el cambio generacional va acompañado no sólo de nuevas caras, sin duda indispensables en muchos casos, sino de nuevos valores, nuevas formas y sobre todo, nuevos mensajes. Así y todo se reproducen enfrentamientos internos, meramente legítimos, si no fuera porque traducen avisos de quítate tú para que me ponga yo . De todas formas no llegamos al extremo de esperar el ungimiento del líder a la espera de su sucesión, como les pasa al PP en Madrid. Tampoco necesitamos aquí concejales de beneficencia herederos de épocas felizmente superadas y por supuesto, para los socialistas extremeños el cambio no pasa por asociar delincuencia y emigración. Evidentemente es necesario cambiar.