WZwapatero y Montilla han encarado de forma frontal los problemas de fondo de la TV en España. Todo lo que condiciona la calidad de la programación y la pluralidad de la oferta cambiará con la nueva legislación audiovisual, que también reubica a la televisión pública en el nuevo contexto tecnológico y de la competencia del mercado. Entre los temas que se abordan figuran algunos que se arrastran desde hace décadas, como modernizar y racionalizar Televisión Española.

Son asignaturas aún pendientes por falta de coraje político, con UCD y durante la anterior gestión socialista, o por escasa voluntad de democratizar de verdad ese escenario, como sucedió también con esos mismos gobiernos del PSOE y, sobre todo, en los años del PP.

La reforma saldrá bien o saldrá mal, porque algunas de las cuestiones que aborda son objetivamente difíciles. Grandes intereses políticos y económicos en juego mueven a una resistencia conservadora de todo tipo, hasta el punto de que esta operación puede llegar a ser más complicada que, por ejemplo, la retirada de nuestras tropas de Irak. Hará falta que la opinión pública respalde activamente la mejora.

La nueva ley intenta situar a TVE fuera del bloqueo al que la han tenido sometida los partidismos de quienes gobiernan, una gestión económica irresponsable y la dictadura laboral de unos sindicatos que, allí, han defendido sólo los intereses de los empleados, pese a que la irracionalidad del modelo perjudica al conjunto de los trabajadores españoles, que lo pagan y no reciben la contrapartida de un servicio público eficiente y lógico en sus costes.

El escenario de la tele privada también se modifica. Las actuales cadenas, demasiado parecidas entre sí, poco respetuosas con los límites del minutaje publicitario y sin cuidar apenas la idoneidad de sus contenidos respecto de las franjas horarias en que los emiten, tendrán competidores. La emisión en abierto y gratis del canal de Prisa incorporará una programación elaborada desde la primera referencia mediática progresista de España.

Otro futuro canal añadido, en el que confía participar el Grupo Zeta, editor de este diario, posiblemente aportará, entre otras cosas, junto a más modernidad en su planteamiento empresarial, que una de las cadenas de alcance estatal responda a criterios y sensibilidades no exclusivamente madrileños, adaptándose a la descentralización de nuestro modelo de Estado.

Todo eso, unido al horizonte de digitalización, comporta que la apuesta de Zapatero y Montilla apunte a una oferta más variada, a un incremento de la pluralidad en la tele y, en TVE, a un concepto más nítido de servicio público. Vale la pena que tengan también éxito en este intento reformador.