TNtuestro Gobierno espera ansioso que Dublín acepte que el dinero europeo acuda al rescate de su economía. Porque cada día que pasa sin que eso ocurra, España tiene que pagar más para colocar sus títulos de deuda pública en el mercado. Unos pocos días de retraso en esa solución suponen pérdidas millonarias para nuestro país. Al final, Irlanda cederá. Nadie de los que saben de esto tiene dudas al respecto. Porque, de lo contrario, el país terminaría fuera del euro. Es decir, en un escenario terrible. Porque, nada más nacer, la nueva moneda nacional caería a pico. Tras eso --y entre otras cosas--, los salarios tendrían que bajar más o menos lo mismo. No pagaría las deudas que ahora le acogotan --llevando a la quiebra a algunos de sus acreedores-- pero, a cambio, las puertas del crédito internacional se le cerrarían del todo y posiblemente por mucho tiempo. La consecuencia última sería una profunda depresión económica.

No parece que los políticos irlandeses estén por esa labor. Sin embargo, se resisten a asumir que, como precio por el salvamento europeo, hayan de renunciar a su soberanía en materia de política económica y fiscal. No quieren terminar como tantas repúblicas latinoamericanas en los 80, con técnicos extranjeros --en este caso del Banco Central Europeo y controlados muy de cerca por Berlín-- decidiendo su presupuesto, los gastos del Estado, los impuestos y también los salarios. Y eso es lo que les espera. Angela Merkel lo ha anunciado por activa y por pasiva. Los alemanes quieren salvar el euro, pero a costa de imponer una férrea disciplina a los países más débiles. A la postre, pretenden tapar manu militari los huecos del Tratado de Maastricht, o sea, la falta de coordinación de las políticas económicas o la inexistencia de una política fiscal única europea. El euro, dicen, solo sobrevivirá sobre esas bases.

España no es Irlanda ni Grecia, eso está claro. Entre otras cosas, porque es más grande y bastante más compleja. Pero la guía del futuro que se está escribiendo para Dublín y Atenas también va a servir para nosotros. Lo que nos están dando es la oportunidad de seguirla por nuestra cuenta.