THtace años Cáceres era una ciudad manejable porque podía cruzarse de punta a punta andando en menos de una hora, desde la barriada de Pinilla hasta la plaza de América, o desde el paseo de las Acacias hasta El Carneril. Hablo de cuando no existía La Mejostilla, El Nuevo Cáceres o El R-66; de cuando Aldea Moret era más pueblo que barrio. Por entonces la estación de autobuses urbanos estaba ubicada en la barriada de Pinilla, y, si no recuerdo mal, existían sólo dos líneas: Pinilla-Aldea Moret y plaza Mayor-El Carneril. Los autobuses solían ir abarrotados de viajeros, porque el coche particular no estaba al alcance de todos los bolsillos.

En cambio hoy, Cáceres tiene sus distancias a respetar. Desde La Mejostilla a Aldea Moret, o desde la Sierrilla a Casa Plata, échele más de una hora andando. Ahora todos tenemos coche y lo hemos convertido en un utensilio imprescindible que usamos más de lo debido, tanto para distancias largas como cortas, algo que es nocivo para la salud de la ciudad, porque puede estar expuesta a sufrir alguna enfermedad respiratoria y dolencias circulatorias. Sin embargo, el transporte público, tan sano, se infrautiliza, excepto en horas muy escasas y concretas.

Así pues, no están de más todas las medidas que tome el ayuntamiento para instar a los ciudadanos a dejar el coche en su casa y utilizar un medio de transporte menos contaminante, como ha sido la disposición de un aparcamiento para motocicletas en el paseo de Cánovas, frente al edificio de la Seguridad Social. Aunque podrían haber hecho un pequeño hueco para bicicletas, que en las zonas llanas de la ciudad también se usan, y cada vez más.

Como era de esperar, no todos los ciudadanos han visto con buenos ojos ese espacio usurpado a automóviles para ser concedido a motocicletas, sobre todo los usuarios de coches particulares. Pero tampoco era lógico que los usuarios de motocicletas tuvieran que aparcarlas en las aceras, lugar destinado al uso de peatones.