Entre la catarata de escritores que intervendrán en las jornadas literarias internacionales que se van a celebrar en Barcelona con el expresivo nombre de Kosmopolis, se encuentra el mexicano Carlos Fuentes Macías (Panamá, 11-11-1928), cuyas memorias --En esto creo -- aún están calentitas.

El creador de La muerte de Artemio Cruz (1962) tiene claro lo que es ser novelista. Por ejemplo: "Una novela no es buena si se limita a reproducir la realidad". Es por eso que cuando, en el año 1994, publicó Diana o la cazadora solitaria sólo plasmó una parte de lo vivido con la actriz Jean Seberg, de la que estuvo enamorado a los 40 años. Según él, la protagonista de Al final de la escapada, era "una mujer muy bella y sensual, pero también muy vulnerable" (tan vulnerable que acabó suicidándose).

Aunque no tiene la fama de sus colegas del boom latinoamericano García Márquez, Vargas Llosa y Cortázar, ha hecho una carrera literaria muy sólida, como demuestra la obtención de premios tan importantes como el Rómulo Gallegos (1977), el Nacional de Literatura de México (1984), el Cervantes (1987) y el Príncipe de Asturias (1994). Defensor de causas imposibles (la revolución castrista, el sandinismo nicaragüense y el movimiento zapatista de Chiapas), dice que no cree en las ideologías porque, al contrario de las ideas, son maniqueas: "Hay que tener ideas, no ideologías".