Escritor

Hace tres años que cruzo esporádicos mensajes ultramarinos con un escritor extremeño, de Don Benito, Antonio María Flórez que vive en Bogotá. Ahora reside allí, pero antes lo ha hecho en Marquetalia, "mi pueblo adoptivo". En una carta de junio pasado me decía: "Ando bastante ocupado con mi trabajo actual (oficio de médico del deporte en un Spinning Center de la zona elegante de Bogotá, adonde acuden cantantes, actrices de televisión, modelos, políticos, periodistas, yuppies criollos, etcétera...). Bueno, es divertido el trabajo con esta gente de la farándula". Este, sin embargo, no suele ser el tono de sus breves cartas intermitentes que, a poco que aparecen en la pantalla de mi ordenador, me producen desasosiego. Es rara la ocasión que no me relata el secuestro de alguien que conocía, cuando no la muerte violenta de algún allegado. Directores de periódicos, de revistas literarias, maestros, periodistas... Muchos de ellos, amigos. No descubro nada nuevo si digo que la situación colombiana es desesperada. El narcotráfico, la guerrilla de las FARC... Colombia es el país del mundo con el mayor índice de desplazamiento forzado de la población. El 2002 fue, en este sentido, un año nefasto: 412.553 personas, del 85 por ciento de los municipios del país, huyeron por motivos relacionados con el conflicto armado. En la portada de la edición digital del periódico El Espectador hay un foro con el siguiente mensaje: "Secuestro. Envíeles un mensaje a los secuestrados en Colombia". No parece que Alvaro Uribe, que llegó al poder con un mensaje radical de paz y orden, haya puesto las bases para que esa desesperada situación cambie.

Por todo esto los mensajes de Flórez son lo más parecido que conozco a los que enviaría un náufrago. Uno de nuestros empeños comunes, en el que Antonio María puso especial cariño, publicar una antología de poetas extremeños actuales, ha quedado pospuesto sine die porque, primero, mataron al director de la revista donde iba a aparecer y, después, el responsable de otra publicación desistió por culpa del secuestro de un hermano. En fin, ya dije, es rara la vez que no me sobresaltan sus palabras. Baste como prueba ésta: "Bogotá, 31 de enero. Bastante abatido por las últimas noticias, siento que a veces el sol nos alumbra con su sombra más tenebrosa. Pienso que todo esto debiera tener un límite y un fondo; pero por más lontano y más abajo que lleguemos, esta barbarie siempre se extiende mucho más allá, hasta confines insospechados. Ayer mi amigo y colega escritor Orlando Sierra Hernández, subdirector del diario La Patria de Manizales, sufrió un vil atentado. Cuando iba a entrar al periódico, acompañado de su hija, un sicario le descerrajó tres tiros en la cabeza. Se debate entre la vida y la muerte en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Caldas. Como comprenderás, así no es fácil vivir aquí, y sin embargo nos obstinamos en ello. Un abrazo".

No es difícil identificar a los personajes de sus cartas con los que pululan por las inquietantes novelas de Fernando Vallejo. Resulta imposible imaginar que la literatura en general y la poesía en particular pueden abrirse paso en medio de tanta tragedia y, no obstante, para desmentirlo existe, por ejemplo, el Festival de Poesía de Medellín, un acontecimiento sin igual en el mundo.

Por todo lo dicho y lo que no me he atrevido a decir, sería deseable mantener los vínculos entre Extremadura y Colombia a través de este hombre. Ya se hizo hace tres años con la edición de Estrechando círculos, un libro coordinado por Manuel Simón Viola y por él donde se unen voces de las dos orillas del mismo mar.