Querido David: Espero y deseo que durante el oficio religioso celebrado el pasado miércoles en Mérida, con motivo del fallecimiento de tu padre, Feliciano, además de las caricias de tu madre y de tu hermana, te reconfortara lo que oíste y lo que viste. La lectura por parte de Clara del Cantar de los Cantares, leído en la boda de tus padres, el panegírico acertadísimo del oficiante, la despedida de tu tío, el aplauso con el que amigos y compañeros quisieron testimoniar a tu padre su reconocimiento y afecto, deseo que sirvieran para atenuar tu dolor. No sé si, además pudiste ver las lágrimas en los ojos de muchos de los que os acompañamos ese rato, testimonio de la pena que nos embargaba por la pérdida de tu padre.

Hace años, muchos años, cuando tú aun no habías nacido, compartí con tu padre diversas vicisitudes y responsabilidades: Ambos fuimos diputados constituyentes de la Asamblea de Extremadura y formamos parte de la dirección del Grupo Socialista; más tarde compartimos la dirección regional de la UGT, el sindicato en el que tu padre militó siempre. Las discusiones con tu padre eran eternas, (no puedes imaginarte lo cabezón y pesado que era), convencido y armado de argumentos siempre para defender sus convicciones. Por cierto, tu padre era conservacionista, cuando el ecologismo no era una moda como ahora, lo que irritaba en gran medida a alguno de sus propios compañeros, que cariñosa o despectivamente le llamaban ´el margarito´. La Vera, su Vera, estoy seguro que moldearon este pensamiento, de la misma forma que, supongo, su formación religiosa dio sustento a su conciencia social; (menuda pareja formaban la Bujanda y Feliciano). Tu padre era socialista, lo fue siempre, lo que le llevó, primero, a mantener una posición crítica en el PSOE, para cambiar posteriormente de formación política intentando encontrar acomodo a sus ideas, de las que no claudicó nunca.

Por circunstancias familiares dolorosas, durante los dos últimos meses he vuelto a tener con tu padre un contacto más intenso, lo que me ha permitido admirar la ejemplar entereza con la que se ha enfrentado a la enfermedad y comprobar que hasta el último día ha mantenido los rasgos que le definen como un hombre bueno, en el sentido machadiano de esta palabra. Con mi afecto para ti, tu madre y tu hermana.

Antonio Rosa Plaza **

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