TCton el debido respeto le comunico, caballero Alonso Quijano el Bueno como al morir quiso quedar, que este aluvión de actos, disfraces, lecturas y representaciones de su aventura, no obedece al empeño de encabronarnos por pervertir vuestro testamento en el que insistís a don Miguel de Cervantes a que dejare en paz vuestros tiempos de locuras, sino que es manía o encantamiento de los nuevos tiempos celebrar algún centenario y hacerlo con ostentación pública, poca vergüenza, pesadez de publicidad, y gastos insanos. Habréis de saber que niños y niñas alejados de los hábitos de redacción, dictado o copiado, y que no saben expresarse en la lengua castellana aunque estudien historia en inglés, se esfuerzan por leer atropelladamente ese libro que jamás volverán a tomar con interés porque se lo están metiendo en el cuerpo a la fuerza (experiencia que uno conoce de aquellas escuelas españolas de posguerra) y que autoridades, responsables, próceres y principales, prefieren leer con cuidado (por sus vistas cansadas) la aventura de los molinos que los consejos sabios de vuesa merced a Sancho para el buen gobierno de la ínsula. Y que más de una lectura han interrumpido porque suenan cofrecillos móviles en sus bolsillos desde los que dulcineas y frestones les tienen comido los sesos. O sea, de respeto a la falta de respeto, nada de nada.

Perdone, caballero, que pícaros y pícaras hayan hecho de este año, año de provecho, y que con la excusa de conmemorar vuestro libro, accedan a conventillos ilustrados, vuelen clavileños de honores y prebendas, y se muestren como ilustrados cuando sólo son venteros en horas de rapiña. Que más lustra la locura con pago que la cordura con seso.

*Dramaturgo y director del consorcio López de Ayala