En su ofensiva carta para anunciarnos a los jubilados una subida de la pensión del 0,25%, la ministra, Fátima Báñez, además de vendernos la moto estropeada de los empleos creados, nos dice que «debemos seguir salvaguardando los valores que nos hacen sentirnos orgullosos de nuestro modelo». Y tiene razón, yo me sentía orgulloso de nuestro modelo hasta que llego este Gobierno al poder. En otro párrafo de la carta nos agradece «la comprensión que hemos demostrado durante los años más difíciles de la crisis». También aquí vuelve a tener razón, gracias a nuestras empobrecidas pensiones muchas familias han sobrevivido y evitado una catástrofe social. Ahora bien, dado que al Gobierno se le llena la boca de que la economía va viento en popa, ¿a qué espera para revalorizar las pensiones, al menos, en la misma proporción del incremento de IPC que, por otra parte, es un mandato constitucional que contempla en su artículo 50 que «los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad?»

Más de nueve millones y medio de pensionistas pueden cambiar el rictus de la ministra y mandar a la oposición a este Gobierno insensible y retrogrado. De momento, las calles ya son un clamor contra la tomadura de pelo. Veremos.