Filólogo

Querido David: Nosotros, Majestades de Oriente, percibimos en todo lo que alienta y vive, pero sobre todo en vosotros los niños, algo sacrosanto, indefinible, ilimitado, algo único, precioso, principio del desarrollo de la vida; en vuestra presencia sentimos una inenarrable humildad y respeto y nos creemos más cerca de la sabiduría cuando estamos ante vosotros que ante los sabios, los científicos y todas sus doctrinas: esa es la razón por la que acudimos presurosos y contentos todos los años a vuestra llamada con los camellos repletos de regalos. No hay para Nos una alegría más grande que reverenciar en vosotros, la inocencia y la vida.

Querido David, sabemos que tú eres un niño especial y que siempre has deseado un regalo diferente; no te dejaremos los caramelos y las chuches de nuestros sacos, porque sabes muy bien que te suben los niveles de glucosa; conocemos el esfuerzo que hacer para controlar la comida y el deporte por ese error de la naturaleza que te dejó la diabetes tipo uno con sus riesgos. Pero David, pronto vas a dejar de tener esas limitaciones: los mayores, tan cabezotas, van entrando en razón y están en camino de resolver, en poco tiempo, ese problema. Creemos que eso lo ha logrado, sobre todo el tesón, la lucha y el cariño inmenso que te tienen tus padres: debes estarles muy agradecido.

Tal vez a otros niños les entusiasme que le dejemos en el balcón una play station, unos patines, una bicicleta, un móvil o un balón, pero a ti te traemos algo especial: la certeza de que dentro de muy poco los científicos darán con la solución definitiva a esa dificultad. Cuando estuvimos en el portal de Belén se lo dejamos muy claro al niño Dios, que tiene especial predilección por vosotros. Así, que el día de los Reyes, puedes sentirte feliz y salir a jugar contento y satisfecho, porque este es el mejor regalo que te podíamos dejar en tu ventana. Besos de los Magos de Oriente.