SIN SINGULARIDAD

La uniformidad en los comercios

Rosalía Maroto García // Mérida

Cuando era adolescente viajar a Londres o a París implicaban múltiples alicientes. Por un lado, eras una privilegiada porque viajar no estaba al alcance de cualquiera; por otro, a España todo llega más tarde y si te caracterizabas por ser «moderna» y «adentada» en esas dos capitales encontraban lo más «fashion», y al volver a casa, destacabas por las novedades que hasta muchos meses después no aparecerían por aquí.

Pero, claro, esto era antes. Ahora la uniformidad se ha impuesto. Da igual a qué ciudad viajes, en todas ellas hallarás los mismos comercios, con los mismos productos que en España, tal vez, algo más caros, pero los mismos.

Nos hemos vuelto aburridos. Ya nada sorprende. Ya sé que la globalización ha permitido que tengamos todo al alcance de la mano, pero estamos perdiendo personalidad.

LA CONTAMINACIÓN

Sin coches y sin negocio, la ruina

Juan Sánchez // Profesor

A nuestros políticos les preocupa mejorar el aire que respiramos.

El problema es que solo se pone la mirada en la prohibición de la circulación de vehículos diésel de más de 20 años, restringiendo su circulación a partir de los nueve años.

Poco efectivas serán estas medidas si no se cierran también las plantas de fabricación, las industrias auxiliares de automoción, las fundiciones de acero, las empresas químicas, las cementeras... También tendrá que prohibirse la entrada de barcos en los puertos y hacer aterrizar los aviones.

Todos los sectores deberían verse afectados y no siempre los mismos: los autónomos y las personas de bajo nivel económico que no pueden ni tener coche nuevo.

También deberán cambiarse los sistemas de calefacción de muchos hogares, hospitales, hoteles y centros públicos que todavía funcionan con diésel. Muchos autónomos y pequeñas empresas se verán obligados a detener definitivamente sus negocios, con lo que dejarán de pagar impuestos y de dar trabajo y servicios a la comunidad. ¿Vivirán de la caridad?

No se responsabilizarán ni los ayuntamientos, ni los gobiernos autonómicos, ni el Estado español, aunque ahora todos están en la foto colgándose las medallas. Quizá lo que quieren es robarnos lo poco que aún nos queda, y también nuestra dignidad como ciudadanos. Señores políticos: hagan cálculos de lo que se perderá en puestos de trabajo, tasas e impuestos. Ustedes serán responsables de la ruina de tantas familias.