PELEA EN EL FÚTBOL

Educación en el deporte base

Enrique Román // Cáceres

Tengo la costumbre de llevar a mi hijo, cuando las condiciones meteorológicas lo permiten, a las pistas deportivas de mi barrio después de su clase de judo. Mi chaval tiene cinco años. En ellas se encuentra con sus amigos del colegio y hacen lo que todos los niños. Jugar. Jugar con las bicis, los patinetes, con un balón o con las nuevas peonzas de plástico en vez de madera, sin chinchetas ni pico de cigüeña.

Estas instalaciones las forman una pista de baloncesto, otra de fútbol-sala, debidamente valladas y un campo de fútbol 7.

La última vez que fuimos fue hace tres semanas. Lo que vi y escuché me saco de quicio.

En el campo de fútbol se disputaba un partidillo entre niños de entre 8 y 10 años. Hasta aquí todo normal. Los chicos jugando, el árbitro cuando señalaba una falta explicaba el porqué a los chavales…

De repente un voz. «Me cago en Dios (nombre del niño) que te he dicho que no te muevas de ahí». A continuación: «Hostias (nombre del niño). Cuantas veces tengo que decírtelo. Delante del contrario». Acompañado de aspavientos y gestos de ansiedad.

No. No era el padre del imaginario colectivo (y no tan imaginario) que quiere una estrella en vez de un hijo. Era el entrenador de uno de los equipos.

Un tipo de mediana edad. No el joven que dicen los clubes modestos que va a ganarse unos euros y ahora tienen que declarar a Hacienda por la ley que regula la actividad deportiva.

De todas formas, lo que más me sorprendió fue ver cómo los padres estaban tranquilamente comiendo pipas, mientras un energúmeno faltaba el respeto a sus hijos.

Espero que la regulación legislativa aparte a descerebrados, como ese «entrenador», del deporte y los niños.

Por mi parte, tengo muy claro lo que es un entrenador o un técnico del deporte base. Es una persona a quien confío mi hijo para que sea parte y refuerzo de la educación y formación en los valores sociales y deportivos que ya el niño recibe en el colegio y de sus padres. Los principales educadores y responsables de aquella.

Es más. El punto 4° del decálogo del deportista escolar dice que tiene «derecho a ser entrenado por técnicos cualificados».

En el deporte se enseña respecto por los demás, esfuerzo para superarse, igualdad porque todos somos iguales.

El deporte es diversión y juego limpio y, por supuesto, se promueve la no violencia tanto física como verbal.

Como padre y deportista (judoka, igual que mi hijo) puedo decir bien alto que estoy orgulloso que los profesores y entrenadores de su colegio y su club sean parte de su educación y formación como persona. Muchas gracias a ellos.