ALCÁNTARA

Agradecimiento a la residencia de mayores

Familia Pérez Márquez // Alcántara

Es difícil reflejar en una sola carta todo el agradecimiento de una familia entera. Nuestro padre, Gregorio Pérez, ha estado varios meses en la Residencia de Mayores del pueblo de Alcántara. Fue difícil la decisión. Todo el que haya pasado por ello entiende esos momentos de profunda tristeza. Sabes que va a tener cuidados profesionales, en todo momento, con los mejores medios, con terapias para mantenerlos activos… Son tareas que forman parte del normal funcionamiento de una residencia. Pero aquí, en la Residencia de Alcántara, tenemos un plus. Sus trabajadoras regalan algo aún más valioso y que no entra en sus sueldos ni obligaciones: regalan ternura, cariño, delicadeza, paciencia, simpatía… Cuando se les agradece se sonríen y le quitan importancia. Por eso os escribimos hoy estas líneas, porque no hay que quitarle importancia, porque vuestro trabajo hace que nuestros mayores se sientan dignos y guapos y queridos. Mi padre se fue con todas sus sonrisas correspondidas. Una gran familia que le adoraba y vosotras, a las que enamoró, le hicieron ser un hombre feliz hasta la última cucharada de vida. A todas y cada una de vosotras, desde la directora hasta la última trabajadora, gracias, gracias eternas.

TRABAJO

Agotado modelo de producción

Andrés Talavero Tovar // Cáceres

No hace mucho me encontré con mi paisano Elías (un fino y excelente oficial de primera) quien me preguntó cuál sería la solución para que su nieta, con estudios universitarios, como tantos jóvenes españoles, consiguiera trabajo. Que siga preparándose -le dije- para que entre en el grupo de los excelentes profesionales porque hoy es posible generar riqueza con cero unidades de factor trabajo, por lo que tanto los puestos de trabajo como el salario tienden a ser cada vez menores (Niño Becerra). Es una desgracia social que los que están montados en el burranco (sindicalistas, políticos y trabajadores que no piensan como tú) defiendan que debe costar más hacer una caseta para un perro, sin contar el coste del empresario y las ganancias del financiador, que comprar la paloma de Picasso (Antonio Escohotado). ¡Cómo es posible que crean eso y que digan que eso es defender al trabajador!, me respondió Elías. Posible, no --le dije--, «es la puta verdad» (A. Escohotado a Pablo Iglesias), pues solo ellos y los que están a su alrededor son los ganadores de este agotado modelo de producción.