COMPORTAMIENTOS

La corrupción

Andrés Talavero Tovar // Cáceres

Historiadores, filólogos, filósofos, etcétera, no adscritos al pensamiento único ni a los guardianes de la historia son los únicos que divulgan que la democracia ateniense y la república romana fueron especialmente duros contra los políticos corruptos.

En la Atenas clásica muchos fueron condenados a la pena capital o arrojados al barato por haber aceptado sobornos. En la república romana, la pena de muerte y la tortura estaban suprimidas de la Constitución republicana, pero eran desterrados y, automáticamente, perdían su derecho de ciudadanía. Nada de eso les ocurre a nuestros muy demócratas políticos porque, siendo investigados o acusados de algún delito, pocas veces son convictos, y casi siempre se dictamina en las comisiones parlamentarias o en los tribunales que son faltas políticas o administrativas, lo que equivale a que no tienen responsabilidad civil ni penal.

Lo que pasa en España es que una maldad cometida por un gobernado o administrado español que recibe una subvención de 5 litros de aceite y unos kilos de papilonáceas/mes es castigado con su pérdida durante un tiempo, privándole así de alimentos básicos; pero la maldad que cometen los políticos, es una maldad radical, esencial, hipostática (dice Rubio Esteban); y así lo entendió Jesús cuando dijo a Satanás: «tú das el poder a quien quieres» (Lc 4, 6). (¿Y quién da el poder en España?) Más aún, el Mesías, que era un judío muy judío, pero que muy judío, no deja títeres con cabeza cuando coloca, en el mismo nivel al pecador o corruptor y a los colaboradores (Mt 9,10). ¿Se entiende ya por qué, entre otros motivos, las familias finlandesas tiene como libro de cabecera la Biblia y por qué los muy demócratas políticos españoles quieren eliminar la religión de los planes de estudio donde se «aprende lo que significa(n)» (Mt 9, 13) comportamientos corruptos?

LOS ORÍGENES

Barça y el separatismo

F. Gomis Mas // Barcelona

La detención del expresidente del Barça Sandro Rosell no es sino un paso más en el descubrimiento de la trama apestosa del separatismo. La principal cuna de ese disparato movimiento independentista provenía de las cabezas calientes de los culés, que seguían haciendo, incluso tras la dictadura, del Barcelona C.F. «algo más que un club»; incluso mucho, demasiado, tramposamente.