Ciclistas

Vivo con miedo

Victoria Collazo // Madrid

«Cariño, no me esperes para comer». Un domingo cualquiera a las nueve de la mañana. ¡Qué bien, día libre! Por fin puedo recomponerme de la estresante y ajetreada semana de trabajo en el hospital. Mi marido, sin embargo, tiene que trabajar. Sí, hoy domingo, como otros muchos trabajadores. Mi marido es ciclista y hoy le toca un entrenamiento largo y se despide de mi con un beso en la frente y un «cariño, no me esperes para comer». Escucho el ruido de la puerta al cerrarse y noto como un nudo se hace dueño de mi estómago. Un nudo que me acompañará hasta que regrese, porque soy consciente de que, como cada día, se juega la vida en la carretera. Seguro que tú cogerás el coche en un rato para ir al trabajo, o llevar a los niños a su partido de fútbol, a una comida familiar o a tomarte unas cañas con tus amigos. Qué buen plan. Disfruta. Pero, por favor, si te cruzas con algún ciclista, piensa que va una vida, que solo tienes que apartarte un metro y medio y que, con ese pequeño gesto, tú podrás llegar a tu fantástico plan de domingo y él podrá acabar su entrenamiento y regresar a su casa. Gracias, de corazón.

Empleo

Entrevistas en grupo

Jaime Romero // Badajoz

Llevo dos años en paro. La única entrevista de trabajo que he hecho en mi vida fue hace 23 años, delante de un señor que me preguntaba cosas. Por desgracia, últimamente he hecho varias. Se trata de pruebas en grupo destinadas a comprobar si eres el macho alfa del grupo y con las que intentan averiguar si puedes trabajar en equipo, pero ante 20 candidatos más. Y lo único que quieres es que te den a ti el trabajo. Se presentan currículums por competencias, que es lo más ridículo que he visto. Aquel señor que vio mi currículum hace 23 años solo tuvo que buscar en dónde había trabajado y de qué. Ahora, en tu currículum tienes que poner que eres empático, proactivo y varias cosas más; parece más un prospecto de un medicamento.