SINDICALISMO

Las mujeres: voz y voto

Montse Castañé // Delegada sindical

Con solo 11 años, entré en el mundo de las cárnicas, un mundo donde mandan los hombres y el racismo es muy vigente. Entré en una sala de despiece. No era ni una mujer, era una niña y tenía que trepar sobre tres cajas para llegar a la mesa. Hacía recorte, el trabajo de pulir la carne. Íbamos a destajo, y encargados y dueños nos engañaban solo por ser mujeres. A los 22 años, entré en un matadero, donde todo era todavía peor. Un mundo donde las mujeres no tenemos ni voz ni voto y somos vistas a menudo como un objeto. Los encargados decían sin ambages que, si querías estar bien en el trabajo, tenías que irte a la cama con ellos. Los hombres cobraban horas extra; las mujeres, no. Y siempre ganábamos mucho menos de lo que nos tocaba. Y si reclamabas te decían: «Eres una mujer, ya ganas lo suficiente». En ese momento, habría hecho cualquier cosa para denunciarlos, pero tenía que criar yo sola a dos criaturas.

Hace tres años, en el matadero donde estoy trabajando, nos querían reducir el sueldo hasta el 25%. En ese momento, yo ya estaba en el comité -escogida a dedo por la misma empresa- y pedí reunión con los sindicatos. Pero estos dieron la razón a la empresa. Así me di cuenta de que tenía que haber elecciones sindicales de verdad y un comité que no estuviera vendido. Empezamos a luchar de verdad por nuestros derechos. Busqué asesoramiento y un sindicato de verdad y así encontré a la Coordinadora Obrera Sindical (COS). Ganamos las elecciones, pero las impugnamos porque despidieron a un compañero de la lista. Y se repitieron, y sacamos siete delegados, mientras que UGT y CCOO sacaron uno cada uno. A la empresa no le gustó y agudizaron las represalias con recortes de sueldos y de horas. Y empezaron los insultos, las amenazas y las coacciones, acoso sexual incluido. La situación se fue degradando hasta que la asamblea decidió ir a la huelga. Durante el proceso, me ofrecieron mucho dinero para que dejara la lucha, pero ni mi dignidad ni la de mis compañeros tiene precio. La huelga de dos días, hace un año, era la primera en un matadero en 40 años, y fue un éxito total. La represión fue feroz: suspendieron de empleo y sueldo a los siete miembros del comité de empresa de la COS y acampamos delante mismo de la empresa. Estuvimos día y noche, durante 26 días, y durante este tiempo recibimos muchas muestras de apoyo.