EXAMEN MÉDICO

Una prueba cuestionable

Alfredo Calatrava // Administrativo

Recientemente, mi hijo acudió a un centro médico para obtener el certificado médico del carnet de conducir. Describo el proceso: primero pagó 49 euros en concepto de tasas y revisión médica, después se le hizo una foto y respondió negativamente a un supuesto médico que le preguntó si tenía algún problema de salud y si llevaba audífono o gafas. Seguidamente, tuvo que identificar una M de tamaño enorme y la misma letra en un tamaño más pequeño. Superada la prueba de reflejos, ya tenía su certificado.

Sorprende que la DGT, preocupada por la seguridad viaria, lleve fiando durante décadas estos exámenes médicos. Este sistema delata por sí mismo una flagrante falta de rigor profesional, veracidad y un escandaloso afán de lucro. Todos lo sabemos, pero con tal de superar una supuesta traba que nos impida conseguir o renovar nuestro permiso de conducir, todos pagamos y callamos. Si tanto preocupan las muertes en carretera, ¿por qué no se delega el certificado médico en el médico de familia, que es quien conoce el historial médico del futuro conductor? ¿No es la sanidad pública la que dictamina, en base a todas las pruebas y exámenes necesarios, una posible incapacidad parcial, total o absoluta? ¿Qué saben estos centros médicos de las enfermedades físicas o psíquicas que pueda esconder un futuro conductor y que pueden llegar a desencadenar un accidente con víctimas? En estos días en los que los examinadores están reivindicando mejoras en sus condiciones laborales, quizá sea también el momento de reclamar mejorar esta fase del proceso de obtención del carnet de conducir, incluso a costa de que a algunos se les niegue esa posibilidad en aras de su propia seguridad y la de todos.

REPUDIA AL TERRORISMO

Víctimas de ETA

Diego Mas // Madrid

De las más de 800 víctimas mortales de ETA, no pocas se enfrentaron a los terroristas todavía más que Miguel Ángel Blanco al aceptar ser concejal del PP en el País Vasco. Pero sería obsceno crear un escalafón sobre a quién hay que honrar hoy más en el 20 aniversario de su asesinato. Porque no fue un especial comportamiento de esa víctima, sino la feroz inhumanidad de sus verdugos la última gota que hizo rebosar por fin el vaso de la ira, no sólo del PP, sino de todo el pueblo, cuyo menosprecio a ETA consiguió marginarla y derrotarla.

Celebrar ese cambio decisivo como mérito especial suyo o del PP es una indignidad, un menosprecio para las demás víctimas y un claro intento de distraer hoy la opinión pública, tan encolerizada por el sinfín de casos de corrupción de ese partido. Lo único decente que puede hacerse a estas alturas es, como entonces, honrar juntos --todos, sin querer sacar unos u otros una tajada carroñera, como dos veces ha hecho ya el PP-- a todas las víctimas de ETA y repudiar toda forma de terrorismo.